Por José María Sadia, fragmento tomado de La Opinión de Zamora, 27 de enero, 2017
... los nazis no distinguían entre judíos askenazí y sefardíes. La tragedia fue mucho peor para los sefardíes: el 85% de la población de Europa y Norte de África fue exterminada..."
Todavía hoy (además de en Israel) hay comunidades sefardíes muy numerosas en los Balcanes: Izmir y Estambul en Turquía; Sofía (Bulgaria), Bucarest (Rumanía), ex Yugolavia, Francia, Reino Unido, Bélgica, Países Bajos y también en Estados Unidos, con núcleos en Nueva York, Los Ángeles o el estado de Washington. En América Latina hay focos en Buenos Aires, Sao Paulo, Bogotá o el estado de México.
-¿Cómo arranca la actividad de la Comunidad Sefardí en Jerusalén?
-Esta comunidad funciona desde la llegada a Jerusalén de un rabino y gran filósofo de Gerona Nahmánides en 1267. En la ciudad encontró pocos judíos y muy pobres, sin sinagoga. Organizó la institución e inició la historia de la Comunidad Sefardí, que ha funcionado desde entonces de manera ininterrumpida durante 750 años.
-¿Qué actividad ha desempeñado el Consejo a lo largo de su historia?
-Las tareas han cambiado en función de los tiempos. El primer papel fue religioso, jurídico, educativo y financiero. Se mantenía a través de donaciones. Ayudaba a familias pobres y enfermos, apoyaba a los estudiantes de los colegios talmúdicos. El centro de vida fueron cuatro sinagogas relacionadas entre sí en el barrio judío, un fenómeno muy extraño porque los templos solían estar a cierta distancia. En Toledo solo había dos y no tenían relación entre sí. Se construyeron entre los siglos XVI y XVIII, y funcionaron hasta 1948, cuando fueron destruidas por los árabes en la guerra. Se restauraron tras la Guerra de los Seis Días en 1967. Durante siglos, la comunidad era monopolizada por los rabinos. En las últimas décadas del siglo XIX, las reformas en el Imperio Otomano hicieron que se incluyeran no rabinos: intelectuales, comerciantes o abogados. Hoy en día, la presidencia corresponde al gran rabino, pero sin carácter ejecutivo, que está en manos de la directiva.
-¿Qué ha hecho la institución en la época más reciente?
-Desde mediados del siglo pasado, el Consejo se ha dedicado a una labor educativa, dando becas a estudiantes o cultural, con investigaciones sobre el patrimonio sefardí. También ha hecho un trabajo social de apoyo a familias pobres respondiendo a la tradición. Si quiero resumir la historia de la comunidad, siempre digo "continuidad y cambio". Por un lado, conservó su particularidad sin dejar de adaptarse a las nuevas circunstancias de la comunidad judía.
-¿Cuál es la proporción de judíos sefardíes en Jerusalén con respecto a la comunidad completa?
-Los judíos sefardíes hoy en Israel están integrados en la sociedad. La organización comunitaria conserva solo tareas culturales de preservar el patrimonio. Tienen un papel en la vida política y económica dentro de los diferentes grupos de hebreos que existen. Todavía hay una cierta brecha, pero estamos casi en igualdad. Las comunidades orientales están al cincuenta por ciento con los sefardíes, pero si atendemos al término estricto -personas que hablan ladino y cuyos antepasados vivieron en España- no son mayoría en Israel.
-¿En qué otras regiones del planeta perviven los sefardíes?
-Todavía hoy hay comunidades muy numerosas en los Balcanes: Izmir y Estambul en Turquía; Sofía (Bulgaria), Bucarest (Rumanía), ex Yugolavia, Francia, Reino Unido, Bélgica, Países Bajos y también en Estados Unidos, con núcleos en Nueva York, Los Ángeles o el estado de Washington. En América Latina hay focos en Buenos Aires, Sao Paulo, Bogotá o el estado de México.
-En cuanto a la implantación de la doble nacionalidad sefardí, ¿avanza el proyecto o sigue habiendo problemas para la concesión del pasaporte?
-El Consejo de la Comunidad Sefardí tiene la potestad, entre otras cinco de Israel, de conceder el certificado que confirme el linaje del solicitante. Como presidente, he expedido 130 documentos de esta naturaleza. Hay mucho interés: los jóvenes piensan más en los ángulos económicos, como abrir empresas, comprar casas o trabajar. Otros piensan en tener un segundo pasaporte porque piensan en sus antepasados y en la oportunidad de celebrar el reencuentro con el país en el que vivieron sus ancestros. No es que sea un modo de justicia, pero sí orgullo, nostalgia y algo pragmático. ¿Por qué no desempeñar un papel en las relaciones económicas y culturales entre España e Israel?
-¿Cree que este hecho está detrás de la creciente popularidad del fenómeno sefardí?
-Muchos años antes de la consolidación de las relaciones diplomáticas, existían corrientes de israelíes a quienes les gustaba visitar España, algunos por el pasado judío y otros, por la cultura española y su patrimonio.
-¿Qué opina del papel promocional de la Red de Juderías, una organización formada por siete ciudades?
-Son una piedra más en este gran mosaico de la cultura judía en España y del mundo sefardí. No menos importante es el tercer proceso en el "reencuentro" entre Israel y España, y una de sus dimensiones es la propia Red de Juderías. Los españoles ven la cultura hebrea como parte de su propia Historia. El Congreso de los Diputados y el Senado también participan y forman parte de este proceso. Como decía el rey Felipe VI, "cuánto echamos de menos los españoles a los sefardíes".
-¿Cree que Zamora podrá tener un papel relevante en esa red y en el imaginario mapa de Sefarad?
-Por supuesto. No se puede esconder la presencia de judíos en Zamora. Sobre todo, en el plano educativo. Existía un colegio talmúdico de alto nivel, un liderazgo de rabinos con Isaac Campantón y Abraham Saba a la cabeza. Tener presencia en todo este proceso de reencuentro del que he hablado es un desafío para las autoridades municipales y provinciales de Zamora, así como de la frontera portuguesa.
-¿La apertura de un museo ayudaría en este propósito?
-Hay museos en Toledo, Gerona o Béjar. Zamora merece un museo con aspectos que no se ponen de relieve en los otros centros ya abiertos al público. También es importante dotar de una sede al Centro Campantón, que lamentablemente existe en Internet y no carece de instalaciones. Este año celebramos el quinto congreso y creo que es una buena oportunidad para debatir la creación de una institución de este tipo.
-Este viernes, 27 de enero, se cumplen 72 años de la liberación de los campos nazis de Auschwitz, ¿cómo ven los judíos de hoy el Holocausto cuando todavía hay historiadores que niegan la magnitud de aquella tragedia?
-En primer lugar, los nazis no distinguían entre judíos askenazí y sefardíes. La tragedia fue mucho peor para los sefardíes: el 85% de la población de Europa y Norte de África fue exterminada por los alemanes. Esto hay que denunciarlo con todo el esfuerzo. El Holocausto es el segundo hecho más destacado de la Historia judía: el primero ocurrió en el año 70 de la era común, con la destrucción del Templo de Jerusalén. El segundo, es el propio Holocausto. Todo esto después de expulsiones, pogromos y masacres. Si alguien lo niega, eso es que vive en otro planeta. Lo más importante es educar a las generaciones jóvenes, porque quedan ya muy pocos testigos vivos de la tragedia y desaparecerán. Deben saber qué ocurrió y saber que hoy el Estado de Israel vigila que esto no se vuelva a repetir.
Notas relacionadas: Los sefardíes en la Shoá (Radio Sefarad)