"Detuvo un
tanto la marcha próspera de las transacciones de nuestra ciudad la
expulsión de los judíos, decretada en 31 de Marzo de 1492, porque una gran parte
del comercio estaba en manos de esta raza (ver nota) activa y trabajadora, que de antiguo contaba
en Zamora con una de sus principales sinagogas. Por el valor de la capitación,
que sólo pagaban los varones mayores de veinte años, ocupaba el sexto lugar en
España, y aun
más alto lo alcanzaba por la sabiduría de los rabinos. Treinta mil almas
pasaron la frontera de Portugal en virtud del mandato Real, que no podía menos
de dejarse sentir también en la industria y en la agricultura" (p. 107)
Fernández Duro igualmente dedicó un espacio más extenso al tema en otra sesión del libro titulada "La Aljama" en Memorias históricas de la ciudad de Zamora,
Tomo II, Madrid, 1882, páginas 124-154.
Nota: El término "raza" era usado en la época, siglo XIX. Hoy no tiene validez sociológica ni se usa para describir a grupos poblacionales.
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Manuel Ladero Quesada, Libros de acuerdos del consistorio de la ciudad de Zamora (1500-1504), UNED, 2000.
"(...) En primer lugar, el importante peso de su comunidad judía; en los años previos a su expulsión y por diversos motivos la aljama zamorana se convirtió en una de las más importantes del reino. Incluso siendo muy prudentes en la estimación, se puede afirmar que estaría integrada por un número de individuos no inferior a los ochocientos.
¿Cuántos permanecieron en la ciudad como conversos tras la promulgación del edicto de expulsión en 1492?, ¿cuántos regresaron en los años posteriores? La documentación no permite dar respuestas concluyentes a estas preguntas, pues apenas nos proporciona algunos datos muy parciales sobre el paso a manos cristianas de inmuebles pertenecientes hasta ese momento a hebreos, o noticias muy puntuales sobre el regreso después de 1492 de algunos de ellos tras adjurar de su primitiva religión. Puede que efectivamente muchos de ellos abandonaran para siempre la tierra zamorana, pero sin duda también un porciento signifacativo - quizás al menos una cuarta parte- permaneció tras convertirse o regresó de nuevo al poco tiempo. En cualquier caso, de lo que no cabe duda es del hecho de que su expulsión no sólo tuvo en Zamora consecuencias de carácter económico o social, sino que además supuso una sangría notable en el número de habitantes de la ciudad" (pp. 13-14)