Reportaje en RTV Castilla y León
Artículo tomado de Raíces de Sefarad.
La consolidación de comunidades judías en lo que hoy es Portugal tuvo lugar durante la época romana (siglo II a.C.-siglo V d.C) en las principales ciudades del área occidental de la Península Ibérica. Existen documentos que confirman su presencia también durante el período visigodo, y alprincipio de la época musulmana (siglo VIII) ya había grandes centros de comercio judíos en las ciudades andalusíes de la costa.
En el siglo XII, Portugal se independizó de León, consolidándose como un reino propio. Entre esta época y 1481, las comunidades judías se desarrollaron sin muchos problemas e incluso algunos judíos llegaron a ocupar puestos importantes en la administración real. Las relaciones entre cristianos, musulmanes y judíos eran, en general, de respeto y cooperación. Buena prueba de ello es que hubo judíos que se trasladaron a Portugal para huir de la persecución en sus lugares de origen, muchos desde España, que sufrió una ola de violencia antijudía en 1391. Durante este período la comunidad judía prosperó y contrubuyó de manera importante a la vida económica, cultural y científica del país.
Más adelante, entre 1481 y 1495, Portugal se vio azotado por la inestabilidad social, un episodio de la cual fue el asalto a la principal judería de Lisboa. A pesar de ello, en 1492 Portugal recibió a muchos judíos que huían de España (con la condición de pagar una cantidad de dinero y no permanecer en Portugal más de ocho meses). De esta época (1487) data también el primer libro impreso en Portugal: un Pentateuco del taller de Samuel Gacon de Faro. Poco después, el judío de origen español Abraham Zacuto, Astrónomo Real, publicó su Almanach Perpetuum, el primero en su género.
La situación cambia a partir de 1496, cuando Manuel I, al redactar su contrato de matrimonio con la hija de los Reyes Católicos de España, cede a sus exigencias y acepta expulsar a todos los judíos de su reino. Sin embargo, al darse cuenta de que la comunidad judía era muy importante para la economía portuguesa, retrasó la partida de los judíos y forzó la conversión al cristianismo del mayor número posible. Sus esfuerzos culminaron en la creación de miles de cristianos nuevos cuando multitudes de judíos que esperaban salir del país fueron bautizados a la fuerza en Lisboa. Con todo, muchos lograron partir, marcando así el inicio de la diáspora judeo-portuguesa por todo el mundo y el fin de las juderías en Portugal.
Paralelamente, 1496 también marcó el principio de la formación de pequeños grupos de criptojudíos en el interior del país. Éstos eran cristianos nuevos que seguían los ritos cristianos en público, pero mantenían algunas prácticas religiosas y culturales judías en la intimidad de sus hogares. En muchos casos huyeron a las zonas montañosas del país, casi inaccesibles a las grandes comisiones de la Inquisición. Sin embargo, algunos fueron descubiertos, yendo los castigos desde la abjuración pública de sus supuestos pecados hasta la obligación de llevar un sambenito antes de ser quemados en la hoguera.
Hubo que esperar hasta el siglo XVIII para que el poder de la Inquisición fuera restringido por el Marqués de Pombal, primer ministro del Rey José I (1750-1777). De hecho, el último auto-da fé, donde se condenaron a judíos que profesaban su religión, tuvo lugar en 1765, si bien la Inquisición no fue abolida formalmente hasta 1821.
Justo con el comienzo del nuevo siglo, a partir de 1800, se volvió a readmitir a la comunidad judía en el país. En 1804 se permitieron las primeras lápidas judías en el cementerio inglés de Lisboa. Por fin, en 1821, se proclamó la libertad religiosa en Portugal, aunque no fue hasta 1904 cuando se construyó la primera sinagoga después de la expulsión. (Shaaré Tikvá—“Puertas de la Esperanza”—en Lisboa.) También a principios del siglo XX, el capitán del ejército Arturo Carlos Barros Basto, él mismo descendiente de conversos forzados, organizó un movimiento en el norte de Portugal para animar alos criptojudíos a volver abiertamente al judaísmo. Para ello consiguió apoyo financiero de las comunidades judías de Ámsterdam y Londres y muchos criptojudíos empezaron a practicar su religión públicamente. Así, en 1938 se inauguró la sinagoga Kadoorei Mekor Haim (“Fuente de la Vida”) en Oporto. Más tarde, en 1943, el régimen fascista y antisemita de Antonio De Oliveira Salazar expulsó a Barros Basto del ejército, y muchos judíos, asustados, volvieron a la clandestinidad.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Portugal adoptó una política de visados bastante liberal, permitiendo la entrada de miles de refugiados judíos, y Lisboa se convirtió en base deoperaciones de organizaciones judías de dentro y fuera de la Península Ibérica.
Tras la restauración de la democracia, en 1987 el presidente Mario Soares, por primera vez en la historia de Portugal, pidió perdón a las comunidades judías de origen portugués por la responsabilidad de Portugal en la Inquisición y todas las persecuciones a los judíos.
Hoy en dia es difícil calcular con precisión la población judía de Portugal, si bien en el censo más reciente unas 7000 personas se identificaban como judíos. La mayoría de éstos son ortodoxos y viven en Lisboa u Oporto. También hay una pequeña comunidad en Belmonte, constituida por criptojudíos descubiertos en 1917 por un judío polaco ingeniero de minas llamado Samuel Schwartz. Retornaron oficialmente al judaísmo en los años 70, e inauguraron su sinagoga en 1996. Desde hace unos años hay un creciente movimiento entre bnei-anusim—descendientes de conversos forzados—para volver al judaísmo, y se han establecido varias comunidades Masortis (conservadoras).
En el siglo XII, Portugal se independizó de León, consolidándose como un reino propio. Entre esta época y 1481, las comunidades judías se desarrollaron sin muchos problemas e incluso algunos judíos llegaron a ocupar puestos importantes en la administración real. Las relaciones entre cristianos, musulmanes y judíos eran, en general, de respeto y cooperación. Buena prueba de ello es que hubo judíos que se trasladaron a Portugal para huir de la persecución en sus lugares de origen, muchos desde España, que sufrió una ola de violencia antijudía en 1391. Durante este período la comunidad judía prosperó y contrubuyó de manera importante a la vida económica, cultural y científica del país.
Más adelante, entre 1481 y 1495, Portugal se vio azotado por la inestabilidad social, un episodio de la cual fue el asalto a la principal judería de Lisboa. A pesar de ello, en 1492 Portugal recibió a muchos judíos que huían de España (con la condición de pagar una cantidad de dinero y no permanecer en Portugal más de ocho meses). De esta época (1487) data también el primer libro impreso en Portugal: un Pentateuco del taller de Samuel Gacon de Faro. Poco después, el judío de origen español Abraham Zacuto, Astrónomo Real, publicó su Almanach Perpetuum, el primero en su género.
La situación cambia a partir de 1496, cuando Manuel I, al redactar su contrato de matrimonio con la hija de los Reyes Católicos de España, cede a sus exigencias y acepta expulsar a todos los judíos de su reino. Sin embargo, al darse cuenta de que la comunidad judía era muy importante para la economía portuguesa, retrasó la partida de los judíos y forzó la conversión al cristianismo del mayor número posible. Sus esfuerzos culminaron en la creación de miles de cristianos nuevos cuando multitudes de judíos que esperaban salir del país fueron bautizados a la fuerza en Lisboa. Con todo, muchos lograron partir, marcando así el inicio de la diáspora judeo-portuguesa por todo el mundo y el fin de las juderías en Portugal.
Paralelamente, 1496 también marcó el principio de la formación de pequeños grupos de criptojudíos en el interior del país. Éstos eran cristianos nuevos que seguían los ritos cristianos en público, pero mantenían algunas prácticas religiosas y culturales judías en la intimidad de sus hogares. En muchos casos huyeron a las zonas montañosas del país, casi inaccesibles a las grandes comisiones de la Inquisición. Sin embargo, algunos fueron descubiertos, yendo los castigos desde la abjuración pública de sus supuestos pecados hasta la obligación de llevar un sambenito antes de ser quemados en la hoguera.
Hubo que esperar hasta el siglo XVIII para que el poder de la Inquisición fuera restringido por el Marqués de Pombal, primer ministro del Rey José I (1750-1777). De hecho, el último auto-da fé, donde se condenaron a judíos que profesaban su religión, tuvo lugar en 1765, si bien la Inquisición no fue abolida formalmente hasta 1821.
Justo con el comienzo del nuevo siglo, a partir de 1800, se volvió a readmitir a la comunidad judía en el país. En 1804 se permitieron las primeras lápidas judías en el cementerio inglés de Lisboa. Por fin, en 1821, se proclamó la libertad religiosa en Portugal, aunque no fue hasta 1904 cuando se construyó la primera sinagoga después de la expulsión. (Shaaré Tikvá—“Puertas de la Esperanza”—en Lisboa.) También a principios del siglo XX, el capitán del ejército Arturo Carlos Barros Basto, él mismo descendiente de conversos forzados, organizó un movimiento en el norte de Portugal para animar alos criptojudíos a volver abiertamente al judaísmo. Para ello consiguió apoyo financiero de las comunidades judías de Ámsterdam y Londres y muchos criptojudíos empezaron a practicar su religión públicamente. Así, en 1938 se inauguró la sinagoga Kadoorei Mekor Haim (“Fuente de la Vida”) en Oporto. Más tarde, en 1943, el régimen fascista y antisemita de Antonio De Oliveira Salazar expulsó a Barros Basto del ejército, y muchos judíos, asustados, volvieron a la clandestinidad.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Portugal adoptó una política de visados bastante liberal, permitiendo la entrada de miles de refugiados judíos, y Lisboa se convirtió en base deoperaciones de organizaciones judías de dentro y fuera de la Península Ibérica.
Tras la restauración de la democracia, en 1987 el presidente Mario Soares, por primera vez en la historia de Portugal, pidió perdón a las comunidades judías de origen portugués por la responsabilidad de Portugal en la Inquisición y todas las persecuciones a los judíos.
Hoy en dia es difícil calcular con precisión la población judía de Portugal, si bien en el censo más reciente unas 7000 personas se identificaban como judíos. La mayoría de éstos son ortodoxos y viven en Lisboa u Oporto. También hay una pequeña comunidad en Belmonte, constituida por criptojudíos descubiertos en 1917 por un judío polaco ingeniero de minas llamado Samuel Schwartz. Retornaron oficialmente al judaísmo en los años 70, e inauguraron su sinagoga en 1996. Desde hace unos años hay un creciente movimiento entre bnei-anusim—descendientes de conversos forzados—para volver al judaísmo, y se han establecido varias comunidades Masortis (conservadoras).