jueves, 20 de junio de 2013

Antiguos asentamiento judíos en Castilla y León


Por Camilo J. Barrocal Díaz-Flores, Sociólogo, Islas Canarias
 



Los 26 asentamientos judíos localizados en la actual provincia de León fueron estudiados en 1974 por mi recordado y querido maestro el prof. F. Cantera Burgos, a cuya modélica monografía remito. Allí se indica como aljamas a León, Laguna de Negrillos, Villamañán, Valencia de Don Juan, Mansilla de las Mulas, Valderas, Astorga y Ponferrada. Sus comunidades se agrupan en torno a cuatro puntos fundamentales: Sahagún, León, Astorga y, en menor medida, Ponferrada. Todas ellas en la zona sur de la provincia.

La actual provincia de Zamora contó con 21 asentamientos hasta ahora documentados, en su mayoría situados en el este del territorio provincial, tomando como línea divisoria el curso del río Tera, terreno idóneo para huertos y cría de ganado vacuno y lanar. Estas comunidades se integraban en diócesis zamoranas, excepto Alcañices, junto a la frontera portuguesa, que pertenecía a la sede de Santiago de Compostela, y Belver de los Montes, dependiente de la de Palencia. Sólo Fuentesaúco, Toro, Villalpando y Zamora reciben sistemáticamente la denominación de aljama y, por lo que respecta a Benavente, esta designación no es siempre constante (...)



De todas las provincias que en esta ocasión examino, la de Valladolid es la más abundante en asentamientos judíos: son 48, repartidos con profusión especialmente al norte del río Duero. De ese casi medio centenar son considerados aljama los siguientes: Melgar de Arriba, Villalón de Campos, Cuenca de Campos, Aguilar de Campos, Villafrechós, Montealegre, Medina de Rioseco, Villabrágima, Tordehumos, Urueña, Torrelobatón, Valladolid, Peñafiel, Tordesillas, Medina del Campo y Olmedo. Es la zona de Castilla, junto con la provincia de Palencia, que más aljamas y juderías albergó (...)




Los judíos salmantinos se distribuían en 24 asentamientos de la provincia. Eran considerados aljama los de Alba de Tormes, Béjar, Ciudad Rodrigo, Fuenteguinaldo, Ledesma, Miranda del Castañar, Monleón, Montemayor del Río, Salamanca, Salvatierra de Tormes, San Felices de los Gallegos y Santiago de la Puebla. La población estaba muy repartida en toda la provincia, excepto en la zona noroeste. Los centros más importantes eran sin duda la capital con la cercana Alba de Tormes, Béjar y la populosa y rica comunidad de Ciudad Rodrigo (...)

Las localidades abulenses que contaron con comunidad judía llegan a 17, de las que más de la mitad fueron aljamas: La Adrada, Arévalo, Ávila, El Barco de Ávila, Bonilla de la Sierra, Madrigal de las Altas Torres, Mombeltrán, Piedrahita y Villatoro. Llama la atención que en el amplio entorno de la ciudad de Ávila no exista ninguna otra comunidad judía sino la propia capital, estudiada de manera definitiva por la Dra. P. León Tello, destacada semitista del Archivo Histórico Nacional, de Madrid. Los restantes focos más sobresalientes se sitúan al norte de la provincia, dominados por las aljamas de Arévalo y Madrigal de las Altas Torres, y al suroeste por las de Villatoro, Bonilla de la Sierra, Piedrahita y El Barco de Ávila.

Las comunidades segovianas fueron 13, y a las de Ayllón, Coca, Cuéllar, Fuentidueña, Pedraza y Segovia se las considera aljamas. Se repartían en las orillas o proximidades de cuatro ríos: el Riaza (Maderuelo, Languilla, Ayllón y Riaza), el Duratón (Laguna de Contreras, Fuentidueña y Sepúlveda), el Cega (Cuéllar, Turégano y Pedraza) y el Eresma (Coca y Segovia). El margen comprendido entre los ríos Eresma y Adaja (aproximadamente una cuarta parte de la provincia segoviana) carece de asentamientos conocidos.


Son 18 las localidades sorianas que puede afirmarse que contaron con comunidad judía, mas pocas las que eran consideradas como aljamas: Caracena, Medinaceli, San Esteban de Gormaz, Serón de Nájima y Soria. Estaban distribuidas fundamentalmente en la zona meridional de la provincia (más al norte de Soria sólo aparece la judería de Agreda) y de ordinario en las riberas de los ríos Duero y Jalón(...)

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martes, 11 de junio de 2013

La biblioteca de los Condes de Benavente se distinguió por sus libros de filosofía judía

Así lo afirmó el profesor Manuel Ladero Quesada en entrevista el 25 de Marzo del 2012 en La Opinión de Zamora - leer completa aquí

Genealogía de los Pimentel en el Museo del Castillo en Puebla de Sanabria.




De entre los libros (en la Biblioteca de los Pimentel) destacaba un libro sobre filosofía judía...

Si efectivamente, porque era un poco sorprendente que se encontrara en el inventario La Guía de Perplejos, del andalusí Maimónides (escrita en árabe hacia 1190 y posteriormente traducida al hebreo), porque no se documenta en otras bibliotecas nobiliarias.

¿Por que razón cree que el conde se interesó por esta obra?

Pues según he podido seguir en los estudios de Isabel Beceiro y de Severiano Hernández Vicente, que ha trabajado bastante sobre el Concejo de Benavente, parece ser que el conde tenía, no sé si una especial predilección, pero sí una política de especial protección de la comunidad judía que existía en Benavente, y quizá esa cierta simpatía les pudo inducir a tener cierto gusto por la lectura de esta obra de filosofía judía.

¿El interés por tener una biblioteca se debió mas a su juicio por una moda de la nobleza del bajo medievo o por un verdadero interés por aprender y tener más conocimientos humanistas?

Se podría hablar de una moda, pero yo creo que es mas una tendencia, una evolución de la mentalidad nobiliaria en general en el conjunto de la corona de Castilla. Si es cierto que hay una influencia de las corrientes humanistas y por otro lado un cambio de mentalidad profundo que se va a producir en la nobleza. En el seminario con los alumnos expliqué que la nobleza bajo la corona castellana se sometía a un periodo de crisis importante de bajada de ingresos, de bajada de rentas, y eso hace que vaya modificando muchos de sus hábitos de vida, entre ellos el abandono de sus residencias, digamos exclusivamente rurales, para trasladarse a la ciudad. A partir de ahí se produce un cambio de mentalidad.

¿Qué otros libros figuraban en el inventario?

Buenos había incunables habituales en otras bibliotecas, pero tenían muchas traducciones de autores latinos, de Cicerón, de Séneca, incluso de los humanistas italianos, de Dante, de Petrarca, de Bocaccio... Y también es curioso que tenían obras de contemporáneos suyos castellanos. Las obras del conde de Villena también figuran en las obras de los condes y de otros nobles. En fin, las obras de filosofía judía tal vez es lo que la distingue de las demás bibliotecas.

¿Quién proveía de fondos y de libros a los condes?
Los Condes de Benavente formaban parte de la elite de la corona por decirlo así. En la alta nobleza castellana había entre 30 y 35 familias y los Pimentel eran parte de esa elite. Por eso tenían acceso incluso a la biblioteca real y en aquella época encargaban copias. El Marqués de Santillana es un ejemplo de esto porque era un auténtico bibliófilo. Es posible que Santillana les proveyera, pero es conocido que el propio Juan II le prestó libros al Conde de Benavente.